sábado, 17 de noviembre de 2012

Mi pequeña pequeñísima



Ya hace casi dos años que Miranda vino al mundo. El tiempo ha pasado rápido, todos lo sabemos, y lo esperábamos, ya todo el mundo te lo dice cuando te conviertes en padre. 

Hoy es el Día internacional del Prematuro y quiero aprovechar para dejar salir algunos sentimientos que han venido a mi cabeza y corazón en los últimos meses.

Todo el mundo me felicita porque fui muy valiente cuando mi hija nació, y hoy quiero contarles un poco de lo que pasaba por mi mente en ese momento y lo que sigue pasando ahora.

Cuando vi a Miranda por primera vez, ni sabía qué hacer. Todo es tan brusco, tan rudo, que cuesta asimilar que esa cosa tan pequeñita y llena de tubos haya sido lo mismo que te pateaba desde adentro el día anterior, hasta que de repente ves como mueve su piernita diminuta en un movimiento brusco y descontrolado y reconoces esa patada, casi puedes sentirla dentro de ti.

Cuando un prematuro nace, no hay pecho de mamá, no hay teta, ni felicitaciones, nada. Solo incertidumbre y miedo. 

No me sentí madre instantáneamente, ese sentimiento llegó poco a poco, al alegrarme por verla lograr cosas como ensuciar un pañal sin necesidad de intervención médica, al verla abrir los ojos poco a poco, al verla llorar (sin ruido, por los tubos) porque le pinchaban una vena una y otra vez para sacar una muestra de sangre a gotas.. ahí comenzó a despertarse ese amor inmenso y protector en mi. 

Recuerdo la primera noche que pasé en casa, luego de mi alta. Mi marido y yo buscamos apoyo el uno en el otro, y  acordamos que teníamos que estar tranquilos y conscientes de que cualquier cosa podía pasar, que teníamos que estar preparados. 

Pero la verdad es que cada hora nos enamorábamos más, cada minuto esa diminuta increíble -que aun ni se parecía a ninguno de los dos- nos hacía más felices, a pesar de la situación en la que estábamos. Ya nada era igual, ya todo lo demás había perdido sentido. Una semana pasó y ya no había otra realidad que aceptáramos que no fuera a su lado, no dimos opción, ella iba a estar bien, no podía ser de otra forma. 

Y ahora lo pienso, y no entiendo cómo llegamos a ese punto, tal vez porque confiamos demasiado en ella, porque somos unos optimistas, no lo sé. Lo cierto es que las enfermeras se quedaban mudas cuando yo les decía que al salir del hospital iba a pasar a comprar una manta o una ropita para cuando Miranda se fuera a casa, porque para ellas mi hija era un caso muy grave en unos cuidados intensivos, pero para mi ella solo estaba "madurándose" un poco más para ir a casa. 

Tuvimos mucha suerte, mucha, aunque no sé si es una cuestión de suerte, no quiero quitarle méritos a mi luchadora. Mími no tuvo muchas complicaciones (aunque nacer con 25 semanas ya es suficiente) la más graves fueron la pequeña hemorragia en la cabeza (en lo cual trataba de no pensar en el momento) y la infección en los intestinos. Y no sé si fue porque coincidió con el comienzo del contacto piel con piel con nosotros, pero mejoró rápido, luchó como una leona y superó la infección, y hasta se sacó el tubo del respirador que habían vuelto a ponerle luego de haberlo superado. Miranda dijo: ¡Para atrás nada! ¡Solo para adelante como el elefante!

¿Cómo no sentarse a su lado a darle la mano? pasé todas las mañanas de esos largos tres meses sentada a su lado, cuidando su sueño, mirando números y líneas en los monitores, asustándome con alarmas y palabras en aquel entonces raras. Desayunando cualquier cosa en el autobús, desesperada por llegar. Durmiéndome rápido y cansada, con la ilusión de que al día siguiente las cosas estarían mejor y Mími estaría "más grande". 

Como cambiaron las cosas cuando llegó el momento de tenerla en brazos, de olerla y sentir su calor. Cuando por fin podía calmarla, sacarla de su caja de cristal y acunarla. Podía pasar todo el tiempo que quisiese a su lado. Se me parte el corazón cuando veo que en algunos hospitales los padres sean tratados como visitas y se les restringen los horarios, esto no tiene sentido.. porque sí, cuando no estamos a su lado estamos enviando nuestras energías a cada instante, pero señores, para nadie es un secreto que el contacto es vital. Pude ver como a mi hija le bajaban el oxígeno a pocos minutos de yo haber llegado, porque  respiraba mejor. 

Miranda vino a casa, lo logró. Ya han pasado casi dos años del comienzo de esta historia y las cicatrices están ahí, las de Miranda cerradas, pequeños puntos por todo su cuerpo que dejaron los cables y agujas, que un día le salvaron la vida, pero que también le hicieron llorar y que sin duda le habrán dejado alguna marca que intentamos sanar con amor cada día, pero las mías, invisibles,  aun no se cierran. 

Y no, no vivo con traumas o fantasmas, soy feliz. Pero es ahora cuando a veces no puedo evitar llorar al recordar cuando le sacaban sangre de las venas diminutas, o cuando la torturaban haciéndole una vía desde la pierna hasta el corazón. Es ahora cuando lloro al pensar que pudimos haberla perdido, de lo difícil que sería para mi pequeña pasar horas sola, con cables por todo el cuerpo y tubos en la boca y la nariz, sin el calor y los ruidos de mamá.

Ahora que el peligro pasó no puedo evitar pensar en lo diferente que pudo ser la historia.

Un recién nacido ya es algo tan delicado. Un gran prematuro tiene la piel aun transparente, súper frágil, solo imaginen que tengan que pegarle tubos a la cara y el cuerpo con una cinta adhesiva, con sus respectivos cambios de lugar y la necesidad de renovarlas cada par de días, con depilación involuntaria incluida, lo que les produce dolor, llantos y estrés. 

Este es el comienzo de la vida para los prematuros. Es duro, muy duro, por eso hoy los adoro, los miro con amor infinito, porque sus ganas de vivir son enormes, porque un día casi no les cupo la fuerza en sus cuerpos de un kilo o menos. Miranda llegó a pesar 550 gramos en su primera semana de vida. 

Por eso hoy mi hija tiene mi admiración total. Su cara seria y determinada mientras juega. No hay nada que ella no intente, pasa el día probando sus límites, no importa lo que tenga que vencer. Y sí, me quiere a su lado, busca mi apoyo y mi mano siempre, tal vez más de lo común, y lo que más deseo ahora es que pueda encontrarla siempre que quiera, hasta que esté lista.

--

Este año, al igual que el pasado, quiero recordar a los pequeños que ya no están, este año en mi memoria hay uno más. Estoy segura de que a pesar del dolor, la vida de quienes los amaron cambió, y que ahora los recuerdan con amor eterno y valorarán cada día que pudieron estar a su lado. 

A mis prematuras favoritas, Miranda (cómo no) Ada, Leyre, Xana, Ariadna.. qué grandes son! hoy mis pensamientos son para ustedes, gracias mil y una vez más por quedarse, por luchar y por hacernos tan felices. 

Mi pequeña que un día fue pequeñísima, mi maravillosa Miranda: te amo. GRACIAS! 










17 comentarios:

  1. Me hiciste llorar con tu relato. La verdad que me puedo hacer un ligera idea de que lo supuso, aún más leyéndote, pero jamás podré sentirlo igual y ojalá no lo tenga que hacer. Ojalá haya más niños tan fuertes como Miranda.
    Bravo por ella!!

    ResponderEliminar
  2. Indescriptible lo que he sentido al leer tu relato... Gracias por compartirlo aquí. Me ha emocionado muchísimo!
    Es increíble la fuerza de superviviencia que tienen estos peques, sin duda, arroopados por el cariño y las fuerzas de sus padres que los quieren tantísimo...
    Un abrazo para ti y muy fuerte para Miranda.

    ResponderEliminar
  3. Me has emocionado que ni te imaginas... Mi marido ha alucinado de repente viéndome delante de la pantalla llorando como una tonta.
    Qué relato más desgarrador y bonito a la vez.
    Mi gran enhorabuena a la súper MIRANDA! por resistir todas esas torturas y por luchar por vivir! Toda una heroína.
    Y todo mi amor desde aquí también a todos los que han resistido y luchado, y a los que por desgracia no pudieron.

    Y se acabó, me voy al baño a lavarme la cara!

    ResponderEliminar
  4. Fuiste súper valiente, ¡claro que sí!
    Y Miranda una auténtica luchadora.
    Me ha encantado esta entrada tan emotiva :)

    ResponderEliminar
  5. que linda historia! son dos luchadoras, las felicito!

    ResponderEliminar
  6. Primero que todo, no quería hacerlas llorar chicas, por lo menos espero que hayan terminado con una sonrisaa :)

    Piruli, ojalá que no! y ojalá haya niños tan fuertes y médicos tan buenos y dedicados.

    Aylu, es increíble, cuando lo vives no dejas de sorprenderte. Y es verdad, el amor de un papá por su prematuro es inmenso.

    Ohhh mamiburbujitaa pensé que ya no se pondrían así de lloronas, pensé que ya conocían bien nuestra historia :) un abrazo, y gracias!

    Eva, a que Mími se merece una tiara y una capa de heroína en su sumple? :P

    Mami, gracias :) un abrazo

    ResponderEliminar
  7. No sabemos de dónde salen las fuerzas pero, sorprendentemente, no te fallan cuando se trata de los hijos, cuando rendirse no es una opción.
    A veces me sorprendo de haber sido capaz de pasar por según qué cosas con los niños, Moni una semana en la UCI recién nacida y Víctor 15 días ingresado cuando tenía 8 meses, y sólo encuentro una explicación: cuando hace falta
    somos héroes y los niños ni te digo.
    Próxima parada, la adolescencia, jajajaja
    MamisigloXXI

    ResponderEliminar
  8. Es verdad mi querida mamisigloxxi, sale del alma esa fuerza creo.. igual que cuando Miranda llegó finalmente a casa y una semana después de no dormir bien escribí en uno de los post que cómo era posible? cómo podían las madres?.. aquí estoy,dos años sin dormir más de 3 o 4 horas seguidas.

    Salen fuerzas de donde ni sabemos que hay, para levantarse 3 veces en la madrugada a recargar biberones, para dar abrazos cuando gritan y patalean y hasta para coserles un modelito mientras tanto ;)

    Es simplemente eso, rendirse no es una opción, y menos cuando es tu hijo a quien acompañas en su lucha.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  9. Ufffff qué palabras tan bonitas y cuántos recuerdos me traen!!!!

    Mi hija también nació prematura, muy prematura y tienes razón cuando dices que esas hwridas no cicatrizan.

    Yo lloro a diario al recordar todo lo que hemos pasado y la llegada de una hermanita no ha ayudado a mitigar ese dolor, al contrario es más fuerte.

    Me alegro que tu princesa esté bien.

    Besitos

    MI PRINCESA DE 28 SEMANAS
    EL VESTIDOR DE MI PRINCESA

    ResponderEliminar
  10. Tus princesas también están bien, ambas, y es lo mejor de todo, que tuvimos un final feliz, aunque es duro recordar el camino.

    Un beso, a ti, a la pequeñita y a la muñeca de la hermana mayor!

    ResponderEliminar
  11. HOLA SOY SOLEDAD Y VER A TU GORDA EN LA CUNA DE CRISTAL ME HASE ACORDAR TANTO A MI GORDO YO TAMBIEN PASE LO MISMO Y TE ENTIENDO TODO LO QUE TE PASO MI GORDO TIENE 5 MESES Y LA PASE MUY MAL...Y TENER Q DEJARLO SOLO EN NEO TRAS DE ESO YO NO SOY DE TANDIL SOY DE AYACUCHO Y TENER Q VIAAJAR TODO LOS DIAS FUE UNA TORTURA Y TRAS DE ESO TENGO UNA NENA DE 2 AÑOS NO SABES LO Q VIVI SOLO LAS MADRES QUE TUVIERON HIJOS PREMATURO SABEN LO Q SE SIENTE POR SUETE TENIA EL APOYO DE MI FAMILIA PERO EN ESPECIAL DE MI MARIDO Q ME SUPO CONTENER Y DAR FUERZAS PARA SEGUIR ADELANTE.......

    ResponderEliminar
  12. Aaaii Vero, pese a conocer ya vuestra historia no puedo evitar emocionarme al leerte.

    Al descubrir tu blog y leerte hablar sobre Miranda, sin saber todo por lo que había pasado, supe que era especial y lo sigo pensando cada día mas... es una bebe tremendamente diferente y especial.

    No quiero, ni puedo, ponerme en vuestra piel.. tan solo felicitaros por vuestro optimismo y fuerza contagiosa. Seguro que esas vibraciones fueron las que le mostraron a Mími el camino para ir a casa.

    ResponderEliminar
  13. Soledad, creo que pasar por todo esto pero además con otro niño en casa tiene que ser más complicado aun.. porque hagas lo que hagas dejas solito a uno de los dos.. qué bueno que tu pequeño ya está en casa, y que todo salió bien, les mando un abrazo fuerte.

    Gracias Mami Loon :) la verdad Miranda tiene una energía tremenda, aunque por ahora la muestra solo cuando está en confianza. Y es verdad, esa fuerza y ganas nuestras ayudaron mucho :)
    Un abrazo grande.

    ResponderEliminar
  14. Soy Mónica y también me ha hecho llorar tu relato porque también soy mamá de un prematuro, de 25 semanas y 4 días, con 700 gramitos, salió adelante y acaba de cumplir su primer añito. Muchos besos!!

    ResponderEliminar
  15. Exactamente el mismo tiempo de gestación de Mími :) felicidades Mónica, somos MUY afortunadas!

    ResponderEliminar
  16. HOLA, ENTIENDO Y CONOSCO CADA UNO DE LOS SENTIMIENTOS POR LOS QUE PASASTE, YO TENGO UN NIÑO QUE NACIO DE 30 SEMANAS, PESO 1 KG 300 GR. Y ESTANDO INTERNADO LLEGO A PESAR UN KILO, SUS PULMONES NO FUNCIONARON POR SI SOLOS ASI QUE LE COLOCARON UN RESPIRADOR DURO INTERNADO 2 MESES, Y COMO DICES AL NACER NO HUBO FELICITACIONES SOLO ERA UN MOMENTO DE PREOCUPACION POR EL, GRACIAS A DIOS Y EL SUPERO CADA UNO DE LOS OBSTACULOS QUE SE LE PRESENTARON... AHORA ES UN NIÑO DE DOS AÑOS Y 2 MESES, GRANDE, SANO Y FUERTE... AL QUE AMO CON TODO EL CORAZON Y ES MI VIDA... ES MI GUERRERO .... HERMOSO TU RELATO.. QUE DIOS BENDIGA A TI Y A TU BEBA !!!

    ResponderEliminar
  17. Gracias mamá :) justo hace unos minutos dormía a mi pequeña y una vez más le decía gracias! porque es que sin ella todo sería tan diferente... bendiciones para ustedes también!

    ResponderEliminar

Gracias por comentar y por la buena compañía ^_^

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...