Salimos a dar un paseo muy entretenido ayer por la tarde.
Primero caminamos por nuestro patio, que aun es un monte salvaje que cambia cada semana. Ayer habían unas flores silvestres muy bonitas que salieron sin que nos diéramos cuenta.
Luego salimos de casa a recorrer el pueblo. Es increíble cómo estos lugares cambian tanto en cada estación. En las ciudades todo el mundo lleva la misma rutina todo el año, trabaja, estudia, se traslada... y apenas se ve más gente en las terrazas durante el verano.
Aquí se nota mucho que todo el mundo se despierta de su descanso invernal y salen del frente de la chimenea, se reencuentra con sus patios que también van saliendo del reposo. Se escuchan ruidos todo el día desde bien temprano (es decir, aun estoy en la cama cuando comienzan) de cortadores de árboles, carros para arar, tractores... una vez más lo repito: la gente no sabe lo que dice cuando habla del "silencio del campo"...
Las plantitas de fresas que sembramos hace poco están creciendo mucho y ya tienen flores también. Espero que podamos recoger algunos de sus frutos este verano, me hace mucha ilusión. Cuando era pequeña y vivía en una ciudad tan seca y caliente me imaginaba que increíble sería tener fresas y manzanas en el patio, dos de mis frutas favoritas. También a Mími le encantan, se las come con mucho gusto.
Le dije a Mími que estábamos jugando a buscar las señales de que la primavera ya había llegado. Aun no entiende de qué se trata esto de las estaciones, aunque las vive naturalmente sin darse cuenta, claro. Lleva un par de semanas jugando feliz afuera, hasta ahora en el invierno solo pasábamos 20 minutos y ya pedía volver a entrar.
Hablamos de las flores, de los pájaros que ahora están más abundantes y más ruidosos, del río y del sol.
Fotografiamos flores (Mími tiene una cámara imaginaria que sostiene muy profesionalmente) vimos cómo el río ya está bajando después de un invierno que causó algunos estragos en sus alrededores y observamos que nuestra "playa en el río" ya comienza a asomarse debajo del agua menos profunda, aunque muchos de los árboles que nos daban sombra y privacidad fueron arrastrados por el agua.
El perro del vecino ya lleva el look de la temporada con su bandana. Otra señal definitiva de que la primavera está aquí.
El pueblo entero huele bastante mal ahora mismo, todo el mundo está abonando sus tierras para comenzar a sembrar, y el olor a estiércol abunda en cada esquina. Mími no le da la más mínima importancia, yo corro de los lugares que apestan.
La vista está muy bonita, todos los árboles de ciruelas y duraznos tienen las ramas repletas de flores blancas y rosa. Y tenemos la suerte de tener ambos en el patio.
Ahora, salgan de casa y busquen las señales de la primavera ustedes también. Hasta pueden llevar una lista para ir tachando lo que ven, es una actividad muy entretenida y hasta en la ciudad hay árboles, jardines, playas..
¡Feliz primavera!