Hace una hora llegamos Mími y yo del centro comercial. Estamos agotadas.
El papá hoy tiene un día de trabajo muy duro: conocer un hotel 5 estrellas y probar los servicios del spa... Así que yo decidí no quedarme en casa hirviendo de envidia, y me fui con Mími a comprarnos "ajgo dindo".
A la salida de casa fue poner un pie fuera de la puerta y comenzar a caer una lluvia desgraciada. A mitad del camino pensé que mejor me hubiera devuelto, me imaginaba la mirada histérica de mi madre si me viera así en la calle cuando ayer me estaba muriendo del malestar por un virus de esos otoñales. Uff, mejor me concentro en otra cosa, pienso, como en no meter los pies en el río de lluvia que corre, por ejemplo.
Llegamos a la estación, Mími acurrucada en la mochila, arropada y cubierta por el paraguas, a salvo. Yo chorreando agua por el pantalón y los zapatos.
En el centro comercial al que fuimos, acaban de abrir una tienda perteneciente a una cadena que vende muchas cosas muy baratas (sí, de esas que cosen niños en la India, desgraciadamente) y hacía mucho tiempo que no visitaba una, así que fuimos a ver si encontraba un vestido para mi cumpleaños No 30 que es en pocos días.
Mími iba por todos los pasillos diciendo "eto no, eto no".. solo estaba contenta cuando parábamos en la sección de gorros y bufandas. Le dejé ponerse unas orejeras de conejo y pudimos seguir.
Cuando me di cuenta, no tenía nada en la cesta para mi, que era el objetivo principal, y ya tenía varias camisetas para Mími. Momento de reaccionar y dedicarme a lo que íbamos.
Ya casi llegaba a la sección de vestidos cuando nos tropezamos con unas carteras y mochilas de Peppa Pig... "Vale Mími, puedes elegir una". Feliz se fue con su mochila y orejeras, parecía la mascota de la tienda.
Llegamos a los vestidos. Jo.. esta tienda es enorme. Justo voy a revisarlos cuando Mími llora, se quiere ir. Le propongo subirla a la mochila mientras veo los vestidos rápidamente y acepta. Elijo tres vestidos mientras alguna mujer sin oficio ni empatía murmura que soy la peor por estar allí con mi bebé. Me imagino que no tiene hijos o que apenas los tuvo los mandó de cabeza a la guardería.
Vamos a los probadores. A Mími le divierte nuestro cubículo y se sienta un par de minutos, luego descubre lo divertido que es abrir la cortina y que cualquiera que pase vea a su madre semi desnuda. Poco me importa a estas alturas de mi vida, afortunadamente.
Todo me sirve, no lo puedo creer. Vamos a pagar, pero nos topamos con pijamas de animales y las dos nos emocionamos. Su padre tiene razón, su gritito de emoción y de asombro es igual al mío. Me parto de risa.
Elegimos un enterito de tigre que además de ser súper calentito para la nueva casa, se lo pondré de disfraz en Halloween. Este año no tengo tiempo de coser uno.
Cuando estamos en la fila para pagar, Mími quiere todo lo que va viendo, el viejo truco de posicionar los productos en el sitio correcto. Le digo que peluches no, que ya no vamos a caber en casa. Me dice que ok, pero que quiere pollo. Ella siempre quiere pollo.
Hago la fila ahora para comprar el pollo, Mími está sentada en una mesa rodando en la silla, me derrito de amor de lo buena que es. Llega una señora un poco rara, me bloquea la vista y enseguida llamo a Mími, que viene corriendo porque no entiende mi preocupación. No puedo, mi paranoia llega a extremos insospechados. La ubico entre mis piernas mientras pido y pago.
Nos sentamos a comer. Mími está contenta a pesar del cansancio que ya se nos nota. Mira por la baranda del
mall y me dice que quiere ir al "paque de Miki". Le digo que no es un parque, que es una tienda, y que iremos después de comprarle unas botas. Ahora resulta que delira por las botas.
No he procesado bien el exceso de sal y azúcar que acabo de meterle a mi cuerpo cuando ya nos levantamos. Le ofrezco a Mími llevarla en brazos y me dice que no, que lo que quiere es un "boio llojo" sí, esa está difícil, pero quiere decir "un globo rojo". Buscándolo, descubrimos que acaban de abrir una zona de juegos nueva y está muy divertida. Hacemos una parada imprevista. Mími se muere de la risa escalando hasta el tobogán y atravesando un túnel nuevecito.
Llegamos a la otra tienda, le pruebo dos botas, unas negras de niño y unas rosa. No tiene dudas, me dice "yo quero eto" señalando las rosa. Me lo pienso varias veces, después de la mochila de Peppa Pig, esta es la segunda cosa tan rosa que le compro. Parece que la etapa rosa se acerca. Pero la verdad es que se ve para comérsela y además es ella la que se las va a poner, no yo. "Vale, vamos, la rosas serán".
Sí papá, le compré una botas rosa, ojala leas esto antes de tu talasoterapia.
Miro el relój, ya llevamos tres horas en el centro comercial.
Entramos a la tienda de "Miki", Mími abraza unos cuantos peluches, pregunta varias veces "quejeso" y finalmente salimos. Me voy por el lado más largo hasta el metro con tal de no pasar frente a la juguetería de la jirafa, esa la que Mími llama "da apataia".
Después de un largo camino en el que nos perdimos por el sótano, llegamos al metro. Siento a Mími, acomodo las bolsas, me siento y ella me mira y me dice "quero cocolate"... "oh Mími, tendremos que.. ay! que tengo un pedazo en el bolso". Esos bolsos mágicos de madre. Le brillaban los ojos comiéndoselo, la señora que iba al frente no paraba de reírse.
Llegamos a nuestra estación, vamos despacio y con calma hasta que veo que nuestro autobús está a punto de salir.. subo a Mími a la mochila y acelero el paso. Lo alcanzamos justo cuando ya cerraban las puertas. Mími y yo "chocamos 5" victoriosas.
El camino a casa es corto, pero ya en el metro Mími venía con los ojos vidriosos. Le hablo, le propongo llamar a la tía Andrea para mostrarle el traje de tigre, sonríe y afirma con la cabeza, pero ya estoy perdiendo mi propósito, falta una cuadra para llegar a nuestra parada y a ella se le va la cabeza a un lado "Mími no te duermas!" me ignora. La levanto y la pongo en la mochila de nuevo, no es fácil llevarla sin la mochila junto a las bolsas y mi bolso.
Nos bajamos del autobús, caen apenas unas gotas mínimas, pero es suficiente para que mi pequeña observadora tenga algo que decir "ta ñomiendo mamá" Sí.. perdón, ya te tapo la cabeza.
Llegamos a casa, dejó caer las bolsas en la puerta y al abrirla pateo todo hacia adentro. Saco a Mími de la mochila, la acuesto en la cama dormida y le susurro "vale, duerme un ratito" ella abre un poco los ojos, mira la cama, se acomoda y me dice "ya tá".
Ahora necesito el resto del día y la mañana de mañana para recuperarme, ella seguro se levanta como nueva.