Ya estamos de vuelta. Ayer martes a las 9.20 de la mañana estábamos en casa, luego de habernos levantado de la cama a las 4.30, madrugonazo que nos mantuvo de ojos chinos el resto del día y que causó que Mími se durmiera en su silla durante la comida, no recuerdo que esto haya pasado antes.
Planeaba escribir este post ayer, pero me dediqué el día entero a dejar la casa impecable y a desaparecer cualquier rastro de maleta, ropa sucia, o cualquier cosa de esas que se quedan pendientes por días cuando volvemos de viaje.
El viaje estuvo muy bien, a pesar de que Mími se enfermó (al final era por esto que estaba tan llorona y "difícil") y hasta fiebre a 40 tuvo. Aprovechamos un paseo a Ginegra para abastecernos de remedios homeopáticos para la gripe y le dimos una dosis extra de paciencia, la cual por esos días se sentía abusada.
Hubo días difíciles, como contaba en la entrada anterior, Mími hizo pataletas y lloró sin parar por minutos, como jamás había hecho, terca, con rabia y con un par de intentos de pegarme. Yo no lo podía creer, me preocupé, pero luego vino la tos y la fiebre y dejé que pasaran unos días a ver si con la mejoría de la salud venía la del espíritu, y así fue.
Jugamos mucho en la nieve, paseamos por la naturaleza con temperaturas negativas y rodeados de blanco. Compartimos con la familia sentados en la mesa con comidas deliciosas y largas conversas. Salimos de la rutina e hicimos uno de nuestros hobbies cuado viajamos: visitar los supermercados locales y traernos cosas deliciosas. Esta vez también aproveché para comprar los cosméticos de Mími que aquí cuestan el doble.
Me alegró el corazón verla compartir con los tíos y con el adorable perro de la familia, y sobre todo verla jugar feliz con su prima, llevarla de la mano y hasta animarla a imitarle, se entendieron bien y junto con lo que pasó antes de irnos de viaje -también se interesó en jugar con otra amiga en casa- nos deja tranquilos y emocionados de finalmente ver que sí le interesa relacionarse, solo que le toma tiempo y que además es muy selectiva.
Los aviones, esos en los que cada vez que me subo a uno juro que no lo vuelvo a hacer, no estuvieron fáciles. En el de ida tuvimos vómitos de la chiqui, seguramente por culpa del virus que comenzaba a actuar, en el de vuelta le dimos homeopatía para el "mal de transportes" y no vomitó, pero tuvimos llantos y pataleta a la hora de aterrizar porque quería brazos para dormirse pero debía quedarse sentada y amarrada en su asiento. Terrible. Apenas tocó tierra el avión la solté y la cogí en brazos, no tardó ni dos minutos en finalmente quedarse dormida. No es nada fácil viajar con niños pequeños.
A pesar de que he tenido problemas con la porquería del Movie Maker, me he tomado la monumental tarea de hacer un pequeño video con el programa "colgándose" cada tres minutos, por lo que debía salvar cada una de las modificaciones que iba haciendo. Aquí está, así se lo pasó Mími en la nieve: