Antecedentes de la historia

Hace dos años estuvimos embarazados por primera vez. Esa vez sí fue una sorpresa, en realidad estábamos en shock. Totalmente inesperado.

Y es irónico como en un momento puedes estar asustado pensando que no es el momento, y a la media hora aterrado de que a tu bebé le pase algo cuando comienzas a sangrar sabiendo que no deberías.

Fue una experiencia muy dura desde el principio. Pasamos dos meses metidos en el hospital, asustados por el bebé primero, por mi  después. Lamentablemente el bebé no lo logró, y te quedas pensando qué pasó, porque los médicos no te dan una razón, ellos no lo saben, lo mas probable es que simplemente no estaba bien conformado genéticamente y tu cuerpo lo rechaza. Pero cuando tienes un útero como el mío no puedes evitar pensar que fue tu culpa.

Luego de pasar por la parte química horrorosa de limpiar el útero, de un mes con hemorragia y una transfusión de sangre para subir mi hemoglobina que llegó a 7, uno de los tantos médicos ingleses que me atendieron me dijo: "Bueno, ve a casa y vuelve a intentarlo, tus miomas no van a ser un impedimento. Nos vemos en un año" No pude evitar reirme, sentí que se estaba burlando de mi. Ya habíamos decidido irnos a Portugal, así que simplemente me levanté y me fui.

Pasa un tiempo para que te recuperes, para que entiendas que es duro pero que tienes que seguir y que además debes perder el miedo a volver a intentarlo. Después del shock, definitivamente queríamos un bebé, te das cuenta de que jamás va a ser el momento ideal, de que jamás te vas a sentir preparado realmente, y de que cuando llega todas las dificultades se vuelven ridículas, sientes que puedes irte y vivir debajo de un puente, pero con tu bebé, y que no vas a dejar que nada le falte, que nada malo le pase.

Creo que esa fue la misión de ese chiquitín, vino a decirnos: Hey! ya dejen de perder el tiempo en tonterias, esto es demasiado hermoso y no quieren perderselo. Lo amé las 8 semanas que estuvo en mi barriguita, y no lo voy a olvidar nunca.